Publicado en Poemas

Instrumento de cuerda percutida

No se sabe cómo se le ocurrió a Dios
esta obra de animales, naturaleza y desastres.
Quizás solo se sentó al piano
y presionó una tecla.

El martillo que se liberó
estremeció una cuerda que dormía 
y soñaba que no existía,
pero el sobresalto le dio la seguridad 
de que nunca habría respuesta
para todas las preguntas. 

Probablemente Dios experimentó 
una melodía despaciosa, luego frenética,
y por dentro las cuerdas
se tiraban de los cabellos.
Inventaron la señal de la cruz,
el efecto mariposa,
la ortodoxia, 
la herejía,
la vela,
el no,
la fe,
el sí.

Cuando Dios hizo subir el telón,
dejó brotar un azar de golpes
que le ensancharon el pecho
y le hicieron apretar los párpados.
Pareció que sufría,
pero eran las cuerdas
por dentro
las que siempre ponían la otra mejilla.

Dios se quedó sordo en la tragedia
de tocar para un auditorio vacío.
Ahora no encuentra el final.
Improvisa un desenlace
sin saber si su melodía es
una señal de socorro
para comprobar que no está solo 
ni desorientado 
como los otros cuerpos celestes.

Noviembre de 2020

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